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Algunos apuntes sobre «Auto de Fe», de Elias Canetti

Cuando Herman Hesse en su lobo estepario decía aquello de «Teatro Mágico -sólo para locos- La entrada cuesta la razón. No para cualquiera» no se estaba refiriendo a «Auto de Fe», la única novela publicada en vida de Elias Canetti, porque entre otras cosas, El lobo estepario, la inmortal novela de Hesse que incluye esa famosa frase, había sido escrita dos años antes de la del autor de «Masa y Poder».
No obstante, podemos decir que no hay una manera mas apropiada para definir la idea y el espíritu de «Auto de fe», la primera de las ocho partes de un ambicioso proyecto que Canetti había contemplado, pero que jamás llevo a cabo: el hacer “una comedia humana de la locura” que sirviera para mostrar todo lo hiperbólico de una sociedad occidental que ya daba muestras de su decadencia incluso en el primer tercio del siglo XX.
Partimos de la base de que Elias Canetti es un autor inclasificable, que no insoportable… o sí, según se mire, ya que en boca del propio autor, esa era parte de la similitud que él vía entre su obra
con la de El rey Lear de Shakespeare, tal y como recoge Ignacio Echeverría en su estudio preliminar de la edición debolsillo de «Auto de Fe».
No eran palabras gratuitas las que empleaba Canetti para autodefinir su novela, no: había una evidencia clara, la dificultosa lectura que ambas obras podían generar al lector, pero existía otra más «insoportable», la manera en la que se nos muestra la trama a partir de la confrontación de los personajes. Es en ese campo de batalla verbal en donde se narran las cuestiones fundamentales que el autor quiere expresar. Esa es la idea primigenia del concepto que posteriormente desarrollara Canetti como el de «máscara acústica», es decir, la prisión que cada ser humano tienen en su propio lenguaje que le limita en sus relaciones con los otros, haciéndoles incluso entrar en contradicciones dialécticas por una falta de entendimiento mutuo.
Canetti afirmó que «El rey Lear» fue una obra que sirvió para abrirle los ojos pero sobre todo sus oídos, el verdadero periscopio con el que analizaba el mundo que le rodeaba.
En Auto de Fe es evidente que la trama se vertebra en esa lucha fratricida en donde las armas son el lenguaje y los problemas de la incomprensión de los personajes debido sobre todo al odio. Realmente, según testimonia el propio Canetti, con su obra, lo que intentaba era mostrar ese perfil humano desde la cercanía con la locura. Sus experiencias en Berlín donde conoció a todo tipo de personalidades excéntricas, y que en cierta manera enriquecieron su cuerpo de personajes para la obra, así como el contacto con la masa en los sucesos acaecidos en Viena en 1927 tras los asesinatos de unos huelguistas inocentes, le entregaron todo un campo de minas por donde transitar y vertebrar una novela tan imposible como surrealista (es notable la influencia de Stendhal pero sobre todo de Kafka) donde Canetti juega con el lector hasta el punto de no saber lo que es realidad, ficción y locura.
Auto de Fe fue, además, un intento de renovación en la manera de escribir novela; según decía el propio Canetti, lo que tocaba hacer en ese momento era universalizar la narración, hacer un enfoque más amplio de tal manera que las perspectivas de todos los personajes dijeran y pensaran el mundo a su manera, y que estos hablaran desde la voz del autor como una especie de sopa de heterónimos a lo Pessoa.
En Autos de Fe están ya vigentes todas las obsesiones intelectuales de Canetti: la del buen oidor, el odio a la muerte, su interés por los cambios en la forma de ser del Hombre (lo que el denominó identidades) como vestigio de un acervo etnográfico que ha ido mutando con las épocas, el asunto de la masa…
Precisamente esto es lo que más me impresiona de Canetti, su capacidad para llevar a los diferentes registros de la escritura (ensayos, aforismos, novelas, obras teatrales.) las mismas ideas y obsesiones. Inmenso.

Adrián Tejeda Cano

 

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Fotografía:  Dutch National Archives, The Hague, Fotocollectie Algemeen Nederlands Persbureau (ANEFO), 1945-1989

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