En estos días, estamos revisitando la sublime obra «Los Hermanos Karamazof» del maestro Feodor Dostoievski.
Podemos entresacar de ella un sin fin de elementos dignos de análisis, pero quiero aprovechar este espacio para exponer la visión evocadora que nos sugiere la relación de Dimitri «mitia» Karamazof y Agrafena «Grúshenka» Aleksándrovna, un claro ejemplo de «amor fatal» que estremece el alma.
Y lo voy a hacer a través de los versos, el idioma del corazón.
¿Pueden casarse aquellos afligidos que del otro nada ya esperan?
en ellos el fulgor es un fluir sagrado, el odio y la necesidad de querer-se
el cariño y la repugnancia, el polvo del ángel y la risa del demonio azul
la voz del deseo y el grito desgarrado de una herida invisible y supurante
ambos se esconden del ardor que tienen tatuado en todas sus palabras
pero siempre sucumben a la llamada del que más aúlla-el más solitario
sus ojos están pervertidos por los labios lascivos: ni las lágrimas los separan
¿es esta una vida deseada?-se preguntan-¿merece la pena saltar a los abismos?
cualquiera de ellos se oculta bajo la piel de la extraña duda: la pérdida definitiva
y por eso vuelven-los dos vuelven- a abrazarse en la ciénaga de la sospecha