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El Renacimiento a ojos de Ernesto Sabato y Antonio Escohotado.

No es la primera vez que nos acercamos a las ideas del maestro Sabato; dicho ejercicio es cuando menos inercial  si es el Hombre y sus circunstancias históricas así como su papel en el mundo la causa de las disertaciones.

Estamos hablando sin ningún género de dudas de uno de los mayores humanistas del siglo pasado, un visionario para muchos si nos atenemos al análisis y al propio diagnóstico que sus postulados defienden a propósito de explicar lo que al autor se le presenta como la crisis total del hombre concreto, una crisis con raíces enterradas en los albores de lo que conocemos como Renacimiento, y que se extiende de manera muy pronunciada hasta nuestros días con contextualizaciones propias de esta era; algo esbozamos en algún artículo anterior cuando comparando sus ideas con las de uno de los filósofos más reconocidos de nuestro tiempo, Bying Chul-Han.

Tal y como intentamos justificar, el pensamiento de ambos autores estaba muy próximo entre sí; incluyo yo diría que son complementarios en ciertos aspectos aunque la mirada de Sabato, sin duda, es mucho más totalizadora.

En cualquier caso, lo que pretendemos ahora, es disertar entre los fundamentos causales que dan sentido a obras como Uno y el Universo, Hombres y Engranajes, Heterodoxia o Antes del Fin, con las de otro pensador que nos muestra una visión de la realidad absolutamente distinta, Antonio Escohotado, y en concreto, parte de las ideas que dan sentido a su monumental obra “Los enemigos del Comercio”, un ensayo contra el comunismo y sus filiales ideológicas repleto de argumentos.

Este artículo simplemente pretende ser una pequeña aproximación, un punto de inicio que espero de sentido a un trabajo posterior un poco más amplio, no obstante valgan estas líneas para empezar a apuntalar los cimientos de lo que pudiera venir a posteriori.

Podemos entender dicho ejercicio como un intento de confrontación de las dos teorías, ciertas pinceladas con las que hacer colapsar dos paradigmas que están sólidamente afianzados en sus doctrinas; el objetivo es buscar la verdad, puesto que en la falsación de las hipótesis de uno a través del argumentario del otro,  pudiera estar la certeza. No es casual que hablamos en estos términos, tan propios del ámbito científico y su método de esbozar ideas (la razón) ya que dicho ejercicio intelectual es un factor importante dada la trascendencia para con el desarrollo y la evolución de la civilización, un aspecto que los dos maestros sostienen como un hecho consustancial al Renacimiento.

Y es que para Sabato (algo que también sostiene Escohotado, en cierta manera), tal y como hemos dicho, el comienzo de la modernidad en ese período histórico supuso el verdadero punto de inflexión hacia el desarrollo tecnológico y tecnocrático de la sociedad, y es durante el Renacimiento cuando la ciencia comienza a sacralizarse dando paso a un pensamiento donde la Razón y el dinero jugarán un papel trascendental, sustituyendo así al dogma religioso y la espiritualidad por un laicismo militante que corrió por Europa como la pólvora y que disparó en el Hombre un anhelo prometeico peligroso.

Ciertamente, es durante ese período cuando tiene lugar el salto cualitativo que la Humanidad necesitaba para su desarrollo,  un gran salto hacia adelante en pro de un progreso donde el acero, la máquina de vapor y las letras de cambio marcaron la pauta de crecimiento, las ciudades se convirtieron en los ejes vertebradores de los núcleos humanos , y en donde el individuo como sujeto empezó a poner sus ojos en el mundo clásico, la naturaleza y en la humanidad como objeto de sus preocupaciones.

Todos esos cambios se produjeron en un momento de auge  en donde la burguesía  empezó a aglutinar el poder económico en detrimento de la nobleza, una burguesía controladora de los procesos comerciales de intercambio gracias a un pensamiento de abstracción (herencia del pensamiento religioso) que le hacía generar riqueza a través del mercado. De alguna manera, y en palabras de Escohotado, se vuelve a una sociedad comercial como la ateniense en detrimento de otra claramente clerical-militar tan propia de los siglos oscuros que habían precedido al mundo conocido desde los tiempos del imperio romano.

Estos hechos son mostrados igualmente definitivos por los dos pensadores; la gran divergencia viene en la consideración de las bondades de este fenómeno crucial para la Historia de la Humanidad, que tendría un segundo resurgir más adelante con la ilustración, y esto es en parte por la diferente manera de entender la sociedad que ambos sostenían.

Sabato denunciaba de una manera clara el fracaso estrepitoso del Renacimiento en cuanto a alcanzar sus propias cotas: en vez de un individuo concreto, surge una masa de hombres carentes de una verdadera libertad y sí formando parte de un engranaje  como si fueran las piezas de una máquina que funciona bajo el amparo del capital y de los totalitarismos, siendo la sacralización dogmática de las ciencias positivas y la ausencia de una espiritualidad los motivos que hacen que el Hombre entregue su vida y se condene a una dilución existencial absolutamente mercantilista.

Escohotado, sin embargo, ensalza la valentía e ingenio de todos esos hombres que renacieron en esa época dorada donde las ciencias, el arte y el pensamiento adquirieron un esplendor abismal, capaces de hacer valer una necesidad como virtud, siendo el comercio y la incertidumbre que lleva al emprendimiento los instrumentos del progreso que han hecho que las sociedades prosperaran hasta cotas antes nunca vistas.

Ciertamente son dos miradas opuestas ante un mismo acontecimiento que sin duda debe hacernos reflexionar, porque en cierta manera aparentemente son verdades a tenor de las causas y de los efectos derivados, cada una a su manera y según qué sea el objeto de su consideración. Todo depende de la perspectiva. La verdad es muy amplia y en esa amplitud  no hay ningún motivo para afirmar que ninguno de los dos asevere un discurso refutable en base a  hechos contradictorios

Adrián Tejeda Cano.

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